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English translation below

Domingo 18:14 


Ha sido un domingo ejemplar. Después de hacer diversas actividades, tomar el sol, comer deliciosamente, se antoja echarse en la sala, subir los pies en la mesa de enfrente y reclinarse cómodamente a nadear. Ejecuto ese lindo pensamiento y cuando voy cruzando mis brazos por detrás de mi cabeza, lo veo. Está ahí, en la última repisa del librero, justo frente a mí. Mi semblante antes plácido se contrae en una mueca de disgusto. 

El objeto (*) ocupa unos veinte centímetros cúbicos. Si bien en su lugar podría haber unos veinte títulos de literatura universal, su existencia en el espacio físico no es el problema: ese es solamente uno de los lugares donde vive. En mi mente es un pendiente, un recuerdo, un gatillo de emociones. Su presencia es como la de un anuncio espectacular en la avenida donde vives: ya hace tiempo que lo ignoras, diría Umberto Eco que lo “anestesias”, pero eso no lo hace menos contaminación visual. Además, su superficie acumula polvo, lo cuál significa que una fracción del preciado tiempo de la semana se ocupe en limpiarlo. Imagino que desaparece y me inunda una tranquilidad similar a la que experimento cuando el refrigerador deja de hacer ruido. La paz de la ausencia. 

¿Por qué sigue estando ese objeto ahí? ¿Por qué no nos decidimos a tirarlo un día a la basura? 

La respuesta es que lo hemos discutido y concluido varias veces pero al final, ninguno de los dos lo hace. El tabú de tirar una obra de arte nos paraliza al escuchar el tintineo del recolector de basura. ¿Y sí será una obra de arte? ¿Qué constituye una obra de arte? ¿Cómo diferenciar entre un adorno, una obra de arte o un tiliche? Independientemente de que sí sea una obra de arte, si no me gusta, ¿por qué he de conservarla y encima, exhibirla en primer plano en la habitación principal de mi hogar? 

Alternativa: guardarla. ¿Por qué diablos no hemos siguiera “archivado” la obra de arte? Lo hacen los museos y los coleccionistas de arte, ¿por qué no nosotros? 

Tercera opción: venderlo. Si es que en verdad es una obra de arte, quizá es valiosa ¿no? ¿Por qué no la vendemos, subastamos o donamos y deducimos impuestos? 

Todas se responden de la misma manera: porque nos da pena que, la persona que nos lo dio –con quién además no nos hemos visto en años, y que si la vemos es fuera de nuestra casa– aparezca casualmente un día, timbre a la puerta para no se qué cosa, entre a la casa, no vea el objeto expuesto en el librero y la hagamos sentir mal. Pero qué sandez, ¡esto se acaba hoy! 


[Se levanta, toma el pesado objeto, da una vuelta de 360º y lo vuelve a dejar en el librero. El objeto ha ganado la partida ésta vez. Ya veremos el lunes.]  


* Prisma rectangular dividido en dos. La parte inferior es un bloque sólido de madera pintado de rojo. La parte superior exhibe a través de un capacete de acrílico una serie de pedacitos de madera coloridos esparcidos como confetti, pintados de todos los colores Vinci disponibles en el mercado. Aspecto lejano del objeto: máquina dispensadora de chicles esperando solitaria en Farmacias del Ahorro. 



Fernanda Villava


~

Sunday 6:14 PM 


It’s been an amazing Sunday. After sunbathing and eating delicious food, the natural desire is to rest in the living room, put the feet up and lean back to do nothing. As I execute that nice thought and cross my arms behind my head, I see it. It’s there, on the top shelf of the bookcase, right in front of me. My previously placid face turns into a disgusted scowl.

The object* occupies about twenty cubic centimeters. Even if twenty volumes of universal literature were there instead, its physical existence is not the problem: that is only one of the places where it lives. In my mind it is a pending matter, a memory, an emotion trigger. Its presence resembles that of a billboard on the street you live on: you’ve been ignoring it for a while “anesthetizing it,” as Umberto Eco would call it; but, that doesn’t make reduce its visual pollution. In addition, its surface accumulates dust which means that a fraction of the precious time of the week is spent cleaning it. I imagine it disappears, and a soothing feeling flows over me similar to what I experience when the refrigerator stops making noise. The peace of absence.

Why is this object still there? Why haven’t we decided to throw it in the trash one day? 

The answer is that we have discussed it and reached the conclusion several times, but, in the end, neither of us does it. The taboo of throwing away a work of art paralyzes us when we hear the garbage collector jingle. But is it that? Is it a work of art? What constitutes a work of art? How to differentiate between an ornament, an work of art or a trinket? Regardless of the fact that it might be a work of art, if I don’t like it, why should I keep it? And, on top of that, why should I display it in the foreground of the main room of my home?

Alternative: store it. Why the hell haven’t we still “archived” the work of art? Museums and art collectors do it, so why not us?

Third option: sell it. If this is actually a work of art, maybe it’s valuable, right? Why don’t we put it on the market, auction it, or donate it and deduct taxes? 

All these questions have the same answer: potential embarrassment. We would feel bad that one day, for no apparent reason, the person who gave it to us — whom, by the way, we have not seen in years, and when we do see her it’s outside of our house — knocks on our door, comes in, doesn’t see the object on the shelf and feels sad about it. This is nonsense! This ends today! 


[She gets up, picks up the heavy object, does a 360º turn, and puts it back on the bookshelf. The object has won the game today. We’ll see what happens on Monday.]


* Rectangular prism divided in two. The bottom part is a red painted block of wood. The upper part displays through an acrylic box a series of colorful bits of wood scattered like confetti, painted in all the Vinci colors available on the market. Distant aspect of the object: lonely gumball machine at the entrance of Farmacias del Ahorro.


Fernanda Villava

Translated by the author