A Meditation on a Cell
~Dana Catharine
Traducción al español abajo
-What is a cell?
CELL from the Latin CELLA.
Among its many translation options I chose the words room and sanctuary. And ‘cell’ is the word given to what XVIIth century scientist Robert Hooke in his book, Micrographia, named “the first microscopical pores I ever saw,” possibly because their boxlike shape reminded him of the cells of a monastery. My childhood memories are full of the words of the dusty Oxonian priests whom the nuns in my convent school admired and thought that we should also, irrespective of our ability to understand. Every sermon seemed to begin with etymology. “The Holy Ghost, the comforter, now, I do not mean by comforter that coverlet that lies at the foot of your bed, I mean from the Latin CUM FORTE –with strength…” and of course I do not remember anything else the wise old men may have said. But that is what I learned to do. The word cell is not unknown to me. We often had classes sitting on the floor of the Reverend Mother’s cell. It was part of our every day. I have spent many peaceful restorative hours reading and resting in monastery cells named after the Saints and remembered the exquisite rooms painted by Fra Angelico in the monastery of San Marcos in XVth century Florence, painted as an aid to meditation and prayer, rather than decoration, soft colors meant not to distract from the religious scenes, creating out of a room, a sanctuary. What must it have been like to have been a monk who had embraced poverty and chastity, who had given up the world, to wake in the morning to that heaven? What matter your cold, hard bed when you could see those frescos? And sanctuary, the place Francesco stole away to, an oak forest high on Mount Subasio, above Assisi, when the stress and noise and plagues of the XIIIth century became too much to bear – his sanctuary, his place of prayer and meditation, el Eremo delle Carceri – from the Latin carceres meaning isolated places, or prisons, entered by a low door leading to a ledge carved out of rock, just enough for him to lie down in. I am no scientist, but I discovered that we women have 28 trillion cells in our bodies, men have 36 trillion (a trillion means 12 zeros after the number.) All those cells, those possibilities, those rooms, that hold us together, how do we make them our sanctuaries?
Meditación sobre una celda
~Dana Catharine
-¿Qué es una celda?
Célula o celda, del latín: CELLA
Entre las muchas opciones para traducir esta palabra del latín, escogí las palabras cuarto y santuario. ‘Célula’ es la palabra asignada a lo que llamó el científico del siglo XVII Robert Hooke “los primeros poros microscópicos que jamás he visto”, posiblemente porque su forma cuadrática le recordaron a las ‘celdas’ de un monasterio. Las memorias de mi niñez están repletas de las palabras de los sacerdotes polvorientos de Oxford a quienes las monjas de mi colegio admiraban, cosa que claramente pensaban que nosotros también debíamos hacer, sin considerar nuestra aptitud para poder hacerlo. Cada sermón parecía empezar con etimologías; desde luego, no me acuerdo del resto de lo que ellos decían, pero sí que aprendí a usar la etimología. La palabra ‘celda’ la conozco bien. Nos tocaba muchas veces en el colegio asistir a clases sentadas en el piso de la celda de la Madre Superiora. Era una parte de nuestra vida cotidiana. Además he pasado muchas horas reparadoras, leyendo y descansando en las celdas nombradas por los santos de los monasterios hospitalarios. He recordado los cuartos exquisitos pintados por Fra Angélico en el Monasterio de San Marcos en el siglo XV, en Florencia. Pintados para servir a la meditación y la oración, en lugar de solo a la decoración, colores suaves con la intención de no distraer de las escenas religiosas, creando del cuarto un santuario. ¿Cómo habrá sido ser un monje que había jurado pobreza y castidad, que había renunciado al mundo, y despertar en la mañana a esa Gloria? ¿Qué te importaría tu cama dura y fría si amanecieras rodeada de esos frescos? Y el santuario, lugar a donde se escapaba Francisco, en un bosque de robles en lo alto del Monte Subasio, arriba de Asís, cuando el estrés y ruido y las plagas del siglo XIII llegaron a ser insoportables- su santuario, su lugar de oración y meditación, ‘el Eremo delle Carcere’ del Latín, carceres, que significa lugares aislados, o prisiones, y se entraba por una puerta baja que llevaba a una repisa tallada en piedra, justo el suficiente espacio para acostarse. No soy científica, pero he descubierto que nosotras las mujeres tenemos 28 billones de células en nuestros cuerpos, los hombres tienen 36 billones (un billón incluye 12 ceros después del número). Todas esas células, esas posibilidades, esos cuartos que nos abrazan y nos mantienen unidos, ¿Cómo las hacemos nuestros santuarios?
Traducción al español de la autora