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On the Origin of the Species, aka "Offspring"













Spanish Translation Below

 

 

If humans descend from fish…

            Even though I can’t swim and once almost drowned on a fishing boat, I work as a customs inspector at one of the busiest ports in the world.  The reason I never learned to swim is because I’ve been scared of water for as long as I can remember as a result of being expected to bathe with my grandfather when I was a girl in order to scrub his bedsores.  The stuff you find ships smuggle across the high seas where sanctions don’t apply: I know we’re in trouble as soon as the stench of flesh escapes the barely veiled crates.  You’d think with some of the cruddy things people do to each other they’d have enough sport to leave sharks be.  These days, more than embargoed oil, kilos of coca, or home abortion kits what troubles me most is not the stowaways who have good cause but shark fins because that fish of common ancestor, of shared history, get its fins amputated by human hands. 

            Shark fin soup—the reason, a status symbol to celebrate a milestone such as uncle’s career at the firm in an upscale restaurant where the head chef serves the broth and waiters clean toilet bowls after their shifts.  Supposedly imperial cuisine, shark fin stew gets reported to be almost tasteless; however, diners, as they slurp, believe the fins’ properties boost potency when in actuality mercury drains memory.  No surprise these guys think with their memberships more than their heads.  Imagine your skin ripped open by a paring knife and half your spine chainsawed off before each arm gets severed then a foot and you’re left still alive to crawl around with open gashes until you bleed to death or suffocate or cannibals consume you.  That’s what it’s like for a shark stripped of its fins to be dumped back in.  Saltwater won’t disinfect wounds nor halt coral reef catastrophe in need of shark activity to maintain ocean ecosystems.

            Great White, Hammerhead, Requiem, Sandbar all fetch multi-billion industry prices.  Picture the members of these species taking in water as their means of breathing because that’s what they do.  Extract oxygen, expel carbon dioxide.  Repeat gill filtration to resist extinction.  When water enters the mouth of thirsty people like me and passes over the tongue to the back of the throat, we, too, feel relief.  Naturally, sharks eat sea lions, marine turtles, stingray but also weak, sickly fish thus protecting the more fit survivors of the schools.  Consensus suggests one’s more likely to die from a coconut falling on the head than by shark attack.  With that said, how about people eat the whole shark if they must or better yet leave this resident of the depths alone entirely while we listen for when the machete cracks open the shell and a vendor hands over that first sip of coconut milk whose juice quenches thirst long enough to keep the blades at bay.  

 

 

 

Twinky Tecolote

 

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Del origen de las especies, i.e. “Retoño”

 

 

Si los humanos descienden de los peces…

Aunque no puedo nadar y una vez casi me ahogo en un bote pescador, trabajo como inspector de aduanas en uno de los puertos más transitados del mundo. La razón por la que nunca aprendí a nadar fue porque le he temido al agua desde que tengo memoria, ya que de niña me hacían bañarme con mi abuelo para restregarle las llagas. El contrabando que uno encuentra en barcos en altamar donde no hay sanciones: sé que los problemas empiezan apenas el hedor de la carne putrefacta se escapa del embalaje velado. Uno pensaría que las marranadas que las personas se hacen unas a otras les bastarían para dejar a los tiburones en paz. Últimamente, más que petróleo embargado, kilos de coca, o paquetes para abortos caseros lo que más me molesta no son los polizontes de causas justas sino las aletas de tiburón, porque al pez con que compartimos ancestros le amputan las aletas las manos humanas.

La sopa de aleta de tiburón –el motivo, símbolo de status para celebrar el aniversario de perlas de un tío de la compañía mientras que el chef de un restaurante de alta cocina sirve montones de caldo y los meseros limpian los retretes de los baños al final del turno. Se supone que es gastronomía imperial. Es casi insípido pero los comensales, al sorber, creen que las propiedades les aumentan la potencia, mientras que, de hecho, el mercurio les provoca pérdida de memoria. No es de sorprender que estos manes piensen como miembros más que con la cabeza. Imagina tu piel rasgada por un cuchillo de pelar y la mitad de tu espina aserrada antes de que cada brazo te sea cortado y te dejen lo suficientemente vivo para caminar con tajos abiertos hasta que te sofoques o te traguen los caníbales.  Así es como lo siente un tiburón sin aletas cuando lo vuelven a tirar al agua. El agua salada no desinfectará las heridas ni tampoco detendrá la catástrofe de los arrecifes de coral que requieren de la existencia de los tiburones para preservar sus ecosistemas.

El gran blanco, el pez martillo, el carcarrínido, el de banco de arena, alcanzan precios de miles de millones en la industria. Imagina a los tiburones extrayendo oxígeno del agua porque eso es lo que hacen para respirar. Extrae oxígeno, expulsa dióxido de carbón. Repite para evitar la extinción. Cuando el agua entra en la boca de sedientos como yo y pasa por encima de la lengua a la garganta, nosotros también sentimos alivio. Como es de esperarse, los tiburones comen león marino y tortuga marina y mantarraya, pero también el pez débil y enfermo, para que sobrevivan los más fuertes del banco. De acuerdo al consenso, es más probable morir por la caída de un coco en la cabeza que por un ataque de tiburón. Y qué tal que la gente se comiera el tiburón entero, si eso es lo que tienen que hacer, o que mejor dejaran en paz a este habitante de las profundidades mientras esperamos a que el golpe del machete del vendedor ambulante abra un coco y nos entregue ese primer trago de leche que calmara la sed lo suficiente como para mantener lejos los cuchillos.



Twinky Tecolote